jueves, 31 de marzo de 2016

Microreseñas: Palomas y serpientes de E. G.-M.

Releo las notas preciosas de Jacques Maritain sobre el maquiavelismo, la cruz del intelectual católico, y me encuentro con este fragmento de la estupenda reseña del mastín católico al libro de Enrique García-Máiquez Palomas y serpientes, maquiavelismo de la vida cotidiana.

... No obstante, una cierta dosis de artificio para confundir a personas malintencionadas no hay que tomarla como astucia de zorro, sino como un arma legítima de la inteligencia. Lo pueblos de Oriente lo saben requetebién y hasta el mismísimo candor evangélico se ve precisado de utilizar tanto la prudencia de la serpiente como la simplicidad de la paloma (la paloma tiempla a la serpiente, lo que no puede hacer el león con el zorro). De lo que se trata entonces es de usar del artificio sin hacer la menor concesión a la mentira o a la impostura: en eso precisamente consiste la inteligencia ...

miércoles, 30 de marzo de 2016

Una glosa de Raymond Aron sobre PODEMOS y sus cooperadores necesarios

Raymond Aron, movilizado durante la efímera Batalla de Francia que termina con el armisticio, el fantástico reparto de funciones entre el héroe de Verdún (el escudo de Francia) y el visionario de Colombey-les-Deux-Églises (la espada de Francia), rellena estadillos de pluviometría en la frontera belga.

En su caserna escribe un libro sobre Maquiavelo, Pareto y el maquiavelismo. Son páginas con muchos prejuicios, pero también de mucha verdad.Becario y lector en Weimar no se le escapa una.

Estas son las reglas que según él intengran la "técnica de destrucción de un régimen político".

Primera. Acentuar o al menos acrecentar los defectos del régimen que se combate.

Segunda. Denunciar vivamente esos defectos para trasladar a la calle la agitación y la inestabilidad política.

Tercera. Generar, en suma, una suerte de guerra civil que solo ellos puedan sofocar.

Pero el éxito de esta técnica, combatida también por un libro de Curzio Malaparte, tan clarividente como injustamente difamado, requiere de cooperadores necesarios. "Esta técnica", escribe Aron, "presupone evidentemente la complicidad, voluntaria o involuntaria, de los partidos favorables a la Constitución". 

lunes, 28 de marzo de 2016

Dime de qué hablas, Europa

Europa es un parloteo exasperante sobre democracia, derechos humanos y multiculturalismo. Pero, dime de qué hablas, Europa, y te diré de qué careces.

La retórica de una democracia participativa, la democracia democrática, el derecho humano al aborto y esa octava maravilla del mestizaje cultural del agua y el aceite es el pródromo de la dictadura, del invierno demográfico y de una nueva pragmática contra la invasión agarena.

La imaginación del desastre

La tragedia de una Europa en dormición, neutralizada, sin política y sin identidad, solo tiene tres finales, a cuál peor. 

Dos de ellos son fulmíneos y terribles: la dictadura y las deportaciones masivas de la población alógena. 

El tercero todavía no tiene nombre, pero se sabe que es subsidiario del fracaso de los otros dos.

domingo, 27 de marzo de 2016

Las lecturas del papa

No tiene tiempo; debe tener pocas.

Como piensa que la causa de las guerras en general, y la de la civil europea en particular, de la que son expresión los atentados terroristas, es el tráfico de armas, le he remitido por correo certificado un ejemplar de la traducción italiana de L'infanticide différé, de Gaston Bouthoul.

En Italia le pusieron un título que lo dice todo: L'uomo che uccide. Mata el hombre y él, el papa, debería saberlo. 

Es la hostilidad la que detona las bombas de neutrones ultramodernas y la que impulsa la piedra con la honda.

San Juan de Molenbeek

El mal de Bélgica es el mal de Europa. Una enfermedad del espíritu.

Unos sujetos con pasaporte tal vez francés o belga atentan en París y en Bruselas. Francia primero y ahora Bélgica responden con la policía del aire y atacan posiciones en un desierto de Oriente Medio. Política desconcertada, ayuna de rigor, que no tiene lo que hay que tener: un over-all strategic concept.

Dentro de unos siglos, los historiadores, esos desenvueltos escritores que razonan fríamente sobre los miles de muertos del peaje que se cobra la Historia, dirán algo así, en la nota a pie de página de un parágrafo secundario dedicado al desplome europeo que comienza en 1898 con la expulsión de los españoles del hemisferio occidental: "Los europeos", dirán, pues si no se puede distinguir entre un francés, un italiano o un portugués, menos todavía se podría separar a un francés de un belga en un epítome de la historia universal, "bombardean remotas ciudades en la eterna Babilonia. Pero la proporción de enemigos en todas ellas es acusadamente menor que la existente en ciertos poblachones y grandes urbes de Europa (primer cuarto del siglo XXI)".

La jurisprudencia francesa ha proscrito la expresión français de souche (francés de estirpe, de estirpe europea, se entiende, en cuya línea no hay camelleros que se limpiaran el culo con puñados de tierra), de modo que esos terroristas musulmanes, según jueces intrépidos, son tan franceses como la pucela de Orleáns.

Al mismo tiempo, la prensa y los políticos revenidos, sobrepasados por los acontecimientos, juran que el enemigo a batir es el "terrorismo". Lo cual tiene tan poco sentido como declarar que la "infantería de marina" o las "minas contrapersonal" son los enemigos de Europa. 

El terrorismo solo es un medio. Un arma de los pobres, como la demografía. Esta es la tenaza que oprime a Europa.

Si el enemigo de Europa tiene un rostro es el de la guerra civil, el de la quinta columna de San Juan de Molenbeek..

viernes, 18 de marzo de 2016

Julien Freund, Jacques Maritain y Piet Tommissen.

Regreso con el pie forzado (comprometido por la amistad, más fuerte que mis plazos administrativos, ¡ay!, imperiosos) al Campesino del Garona, a Jacques Maritain.

Releo sus ásperas palabras sobre Saint-Exupéry, dispuesto al sacrificio. Me capuzo en las páginas de Pourquoi Rome a parlé?, De la justice politique. Notes sur la presente guerre y Messages 1941-1944, recién llegadas y que no pude leer en vísperas de mi viaje a Estrasburgo en el 2012.

A Julien Freund no se le puede conocer más afición a Maritain que una cita aislada, pero no suelta, diría yo, a propósito del bien común en L'essence du politique. Su decepción con la Iglesia posconciliar no permite aventurar ni mucho menos mayor interés por él. Sin embargo, yo veo una depurada influencia del filósofo católico sobre el polemólogo que viene de los años cuarenta. En la página 136 de Á travers le desastre escribe Maritain sobre una política política. En la página 53 de Le crépuscule de la civilisation, movido por su profundo desafecto schmittiano -enemiga que solo se entiende si se tiene en cuenta que Maritain había convencido a Pierre Linn para traducir al francés Politische Romantik-, apunta que no cree que las fórmulas de Carl Schmitt nos descubran "la esencia de lo político".

Hay un eco mariteniano en el pensamiento político freundiano.

A fin de cuentas, el ladino Maritain es un mastín católico, como Gracián, como Saavedra Fajardo.

Pierre Muller, en su libro sobre la recepción francesa de Schmitt, apunta únicamente esto, que solo sirve para calentar mi imaginación sobre aquella sobremesa, supongo que en alguna Weinstube de Estrasburgo o Colmar, tan cerca del Kolbsheim: "Julien Freund me contó que, mucho después de la guerra, cenando en compañía del jurista [se refiere a Schmitt, claro], vieron a Maritain, el cual, por una increíble coincidencia, estaba allí mismo, a treinta pasos. Carl Schmitt lo ignoró con desprecio".

No sé qué pensará JCV de todo esto. Lo cierto es que la Ardilla Flamenca, el único que hubiera podido decirnos algo al respecto, ni escribe ni recibe ya cartas.

lunes, 7 de marzo de 2016

Extraordinario Saint-Ex

Releo Écrits de guerre para encontrarme otra vez con su choque con Maritain. Pero me encuentro con esto, mucho mejor, en una conferencia suya a los jóvenes americanos que pronto se alistarán para combatir en la guerra de Europa: "Cuando mido el poso que los acontecimientos de mi vida han dejado en mi corazón, descubro que sólo cuenta el recuerdo de las servidumbres. Me subyuga la luz que irradian".