viernes, 1 de marzo de 2013

Ediciones españolas

No es el nombre de una nueva editorial, sino el de un vicio hispano.
Consulto diversas ediciones de España invertebrada, de Ortega y Gasset, con la pretensión de curiosear en ellas para ponerle un prólogo a una traducción alemana de Karolinger Verlag.
El prefacio que leo de Trillo Figueroa a la última de Austral, nada dice al margen del elogio cansino de la transición. Más o menos como la presentación de Rodríguez Ibarra a una bonita edición de la Universidad de Extramadura. Más útil, aunque algo confusa me parece la edición de F. J. Martín publicada por Biblioteca Nueva.
En cuanto al muchas veces citado libro de M. T. López de la Vieja et alii: Política de la vitalidad. España invertebrada de José Ortega y Gasset, por Tecnos, "lectura crítica de esta y otras ideas centrales de Ortega", su hojeo me ha dejado helado. Batuburrillo en el que se salva, por su claridad, un texto de Pedro Cerezo. Lo demás acaso oscurece un "ensayo de ensayos" a mi juicio diáfano. Hablamos de Ortega. Pena de carcel tiene M. Márquez Padorno, de la Fundación Ortega y Gasset, que se tira un folio, cuatro páginas, sobre la "polémica", más bien rifirrafe sin consecuencias, entre Araquistáin y Ortega a propósito del párrafo del prólogo a la cuarte edición (octubre de 1934) en la que Ortega se refiere al fracaso de las masas en su aspiración directiva. Según todos los indicios, la Sra. Márquez Padorno ni siquiera se ha leído el texto de Arquistáin: ni lo cita bien, ni lo cita completo. Publicado en los números 8 y 9 de Leviatán, correspondiente a los meses de diciembre de 1934 y enero de 1935, la señora con cargo en la Ortega se figura que los párrafos de Araquistáin aparecieron exclusivamente en la entrega del mes de diciembre.
Por otro lado, llama la atención que en el mismo libro Política de la vitalidad, más vitando que vital, se hace aparecer el libro de Ortega en 1920, en 1921 y en 1922. No improvisa, en cabmio, F. J. Martín a su edición. En la de Austral, la entradilla editorial lo fecha erróneamente en 1921, pero el prologuista acierta. Es cierto que los libros del "filósofo en la plazuela" son casi siempre problemáticos de fechar, pues no pocos de ellos van apereciendo, reptantes, por las columnas de la prensa diaria (El imparcial, El sol, Crisol, Luz, etcétera).
Me pregunto si es tan difícil que el editor se lea los libros que edita.