lunes, 28 de noviembre de 2011

Carl Schmitt y la novela picaresca

Solange das Imperium da ist es una larga conversación con Carl Schmitt grabada para la radio en diciembre de 1971 por el periodista Klaus Figge y el historiador Dieter Groh. La versión radiada es sólo un parte de todo el material registrado en las cuatro cintas magnetofónicas que han transcrito y anotado cuidadosamente Frank Hertweck y Dimitrio Kisoudis, con la colaboración del erudito schmittiano Gerd Giesler. El título es una frase redonda entresacada por los editores: Und solange das Imperium da ist, so lange geht die Welt nicht unter (p. 50) [= Y mientras perdure el imperio, el mundo no perecerá].

Entre las muchas noticias interesantes que se desgranan y comentan en estas páginas sobresalen, ya al final, las sobrias explicaciones de su compromiso con el III Reich: como en otras ocasiones, la cosa no está a la altura del mito de Carl Schmitt. Simplemente on s'engage, puis on voit. Eso es todo. Comprometerse es la única forma de tener un conocimiento real de la situación. En último análisis, la pregunta no es “¿Por qué colaboró usted con Hitler?” (Warum haben Sie bei Hitler mitgemacht?), sino “¿Por qúe resolvió usted colaborar con Hitler?” (Warum haben Sie beschlossen, bei Hitler mitzuarbeiten?). Semejante resolución personal, dice Schmitt, viene a ser el criterio de la novela picaresca española (“lo mismo que la ojiva es el criterio del estilo gótico”): un pícaro, como manda el género, vive dando tumbos hasta que no puede más y entonces aparece la fórmula “Decidí… hacerme actor, emigrar a las colonias, llevar una nueva vida: ich beschloss, ich beschloss, resolví [en español] (p. 108).

Benito Cereno es pues el pícaro que resolvió hacerce capitán de un barco negrero.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Ach so!

Carl Schmitt es un escritor difícil. Como su ángel guardían, Thomas Hobbes, solía abrir una ventana en la tormenta para cerrarla otra vez, lanzando al éter una sentencia lacónica, un lema o una etiquea.

Alguna vez se le escapó, en las vueltas del camino, una exhalación que vale por la interpretación auténca de su obra.

En el segundo Diario paralelo, en un apunte del día de San Silvestre de 1931, hay una de esas "interpretaciones auténticas":

Romantik: Die Krokodilstränen im Auge des bürgerlichen Liberalismus.

Era eso, entonces, su Politische Romantik de 1919:

las lágrimas de cocodrilo en los ojos del liberalismo burgués.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Equivalencias

Economistas, individualistas tontos [que tanto abundan en España].
Por cuenta y responsabiliad de Don Marcelino Menéndez Pelayo (correspondencia con Clarín).

Hoy, en el sentido original de los términos y mutatis mutandis, igualmente podría añadirse a la de Don Marcelino esta otra equivalencia:
Economistas, socialistas tontos [que tanto abundan en España].

martes, 20 de septiembre de 2011

Faringitis

Un abrecartas clavado en la garganta.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Giner (de los Ríos)

Así lo definía, en un escolio que vale por varias biografías, Menéndez Pelayo:

[Giner] será todo lo buen hombre que se quiera, pero no pasa de ser un maestro de escuela afectado y fastidioso.

Sus bisnietos y tataranietos, acampados en la Universidad más de un siglo (con el intermezzo de ajustes de la inmediata posguerra, tal vez inevitables y que yo ni justifico, ni, por supuesto, deploro), siendo igual de afectados y fastidiosos, ya no tienen la virtudes campestres del Urvater de la barbita florida.

La valía

Menéndez Pelayo, enfrentado con Salmerón cuando estudiaba metafísica en su cátedra madrileña, caló a todos los krausistas a la primera. Viajando por Europa, más tarde, pudo contrastar mejor su opinión. "Personalmente considerados, le escribía a Valera en una carta, valen más como hombres que como pensadores". Muy benevolente me parece esta idea del escritor de la Montaña.

De todas formas, como elogio, siquiera como descripción mínimamente significativa, lo colocaría yo al nivel del socorrido, desnaturalizado y nada problemático "buena persona".

viernes, 16 de septiembre de 2011

Pateo triunfal

Eso, un "Pateo triunfal", ha sido lo del francés y el inglés saludando a los desventurados libios, que creían ver en ellos a unos héroes de la División Leclerc.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Tal vez lapsus

El del busto locuaz que pone voz, en la televisión, a las imágnes del Primer ministro británico y el Presidente de Francia pateando Libia.

El busto en plano americano, la chica del micrófono, se veía despierto, de modo que me quedo con la duda: no se si leía una noticia o improvisaba un editorial.

martes, 13 de septiembre de 2011

Piet Tommissen [1925-2011]

Piet Tommissen murió el 21 de agosto pasado.

En su nombre cabe todo "el noble arte de la nota a pie de página". Su casa de Grimbergen era uno de los centros neurálgicos de la ciencia política europea, adonde muchos llegábamos, en arribada forzosa y necesaria, como atraídos por su autoridad (la del conocedor de Schmitt, Pareto, Sorel y tantos otros maestros). Desde allí llegaban puntualmente sus cartas, que eran siempre un estímulo intelectual fuera de serie. Traduje algunos de sus textos publicados en Empresas políticas y le sigo debiendo el volumen doble dedicado a la influencia de Carl Schmitt en España.

Descanse en paz.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Estudio General

Gracias.
Hasta muy pronto.
Adiós.

sábado, 27 de agosto de 2011

Del yeso hacia el aceite

En un Diccionario de Ciencias sociales editado en Alemania, tal vez en los años 30 (excúsenme la imprecisión en la cita: estoy desembalando estos días papeles y libros), que consulté hace un tiempo se puede leer este epítome de la actitud política de los españoles: "Practican el deporte de cambiar constituciones". Doy fe de la literalidad de mi traducción.

Cuando leí en El Estado de obras, de Fernández de la Mora, que un cínico viajero francés decía que en España la constitución es una pellada de yeso sobre granito, pensé que a Don Gonzalo le hubiera gustado tener noticia de mi hallazgo.

Ahora es distinto. Vivimos en un régimen de progreso. La cifra del movimiento político es la reforma constitucional. Se va viendo que toda reforma constitucional, en España, es un lamparón en un charco de aceite.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Hebras y cabos sueltos

Toda lectura es providencialista, incluso cuando al cerrar el libro vemos que esas páginas se nos quedan como cabos sin anudar en una trama cuya coherencia última apenas vislumbramos y de la que, quién sabe, tal vez tendremos que responder. 

Esa es la impresión que me dejan las excursiones de los últimos días: El monasterio de la Oliva, la obra colectiva que en 2007 conmemoró el LXXX aniversario del restablecimiento de la Orden del Císter (O. C. S. O.) -cistercienses de estricta observancia-, en ese enclave religioso de la ribera del río Aragón; La cocina cristiana de occidente, de Cunqueiro -con muchas erratas que afean el texto casi tanto como los dibujos metidos a capón al final de la mayoría de artículos: hay con "recurso de contrafuego" donde debería rezar "de contrafuero" que resulta sumamente ofensivo-; El cantar de Roldán, que empezamos ya a leer en el túmulo al Roldán de la leyenda desde el que se domina el paso de Roncesvalles; César Borgia y Viana (1507-2007), de Félix Cariñanos, erudito local vianés, que se detiene en todos los detalles de la muerte y la sucesivas exhumaciones y inhumaciones del arrogante caudillo en esa tierra navarra.

miércoles, 10 de agosto de 2011

A propósito de la Dictadura

[De una visita al Discurso sobre la dictadura de enero de 1849, uno de los grandes discursos políticos de la historia, y otra a Eugenio Vegas.]

Mal menor: bien posible.

El epigrama parece lo que es: una prudente justificación de la dictadura clásica, la del sable, no la de la daga.

lunes, 8 de agosto de 2011

Baroja en la Puerta del Sol

Flanea Baroja dentro y fuera de la Puerta del Sol.

Cuánta acémila afiliada al llamado "Movimiento del 15-M" da todavía la razón a los barruntos de Don Pío en Juventud, egolatría:

Los revolucionarios españoles siempre me han dado la impresión de guardarropía.

Pero también frente a ellos, para decirlo todo y seguir con Baroja, se adivina el optimismo de los eunucos.

viernes, 5 de agosto de 2011

El ángel protector de CS

Entre todas las anotaciones de Carl Schmitt en sus diarios hay una sorprendente.

La recoge el autor de boca de Ánima y yo la traigo aquí de memoria. "Un nazi le ha dicho a mi mujer que yo no tengo instinto y ella le ha contestado tajante: no lo necesita, él tiene un ángel protector". Lo del ángel es seguro, de lo contrario no se explica cómo pudo tantas veces salir de la barriga del pez.

Pero instinto también tenía, al menos para las cosas de España. En su correspondencia con Rafael Calvo Serer, de la que sólo conocía hasta ayer una mínima parte (de poco interés), sintentiza, con una frase de Ramiro Rico (comentador de España, sin problema de Calvo, Rialp 1949), el agotador llanto de los españoles por su patria, particularmente desde 1898: el presupuesto de una España problemática, lema del falangismo de Escorial y anatema para los católicos monárquicos de la generación de 1948, es el mito (esto lo añado yo) de una Europa aproblemática.

En la misma carta, fechada en Plettenberg el 2 de diciembre de 1950, IC aniversario del golpe de Luis Napoléon, el Golpe por excelencia en el siglo del parlamentarismo discutidor, declara también Schmitt su afecto sin complejos por la España aproblemática del libro de Calvo, por la España orgullosa que desentumece sus músculos del "Prólogo" de Fernández de la Mora a su libro, posterior, sobre el crepúsculo de las ideologías:

Meine grosse Sympathie und meine Liebe sin problema für Ihr Spanien.

lunes, 1 de agosto de 2011

Definiciones

Para Un invierno propio, de LGM:

Un chorro de plomo caliente.

Petilla de Aragón

En el enclave navarro de Petilla de Aragón nació Santiago Ramón y Cajal. Los desvelos de la Diputación foral de Navarra en los años 50 salvaron la casa natal del histólogo (y el resto del pueblo, casi en ruinas) de un abandono seguro.

Muy transformada, merece sin embargo la fatiga de los 20 kilómetros que serpentean y trepan desde Sos del Rey católico. Atiende un chico muy joven que abre y cierra la casa los fines de semana. Él y sus padres, de Zaragoza, son la mitad del censo vivo del pueblo en invierno.

El médico pasa consulta los lunes de 11:30 a 13 horas. El pan llega desde una tahona de Sos los martes y los sábados. El alcalde saliente, al parecer, contado todo esto con discreción por un vecino, no se va, de modo que el entrante no puede tomar posesión.

Ramón y Cajal sólo volvió una vez a su pueblo natal y no pudo reconocerse ya en él, tan aislado y desvencijado. 

El alcalde le invitó en alguna ocasión a dictar conferencias (lo que no se atreva a pedir un alcalde de pueblo) y el sabio le contestó declinando la invitación y enviando unos duros pra becar a los chicos más capaces de Petilla. Tal vez don Santiago se interrogó  en esa ocasión con la misma pregunta evangélica sobre Galilea: ¿cómo pudo salir algo bueno de allí?

viernes, 29 de julio de 2011

Símil

En Papel de símiles, una sátira política anónima impresa en 1670, se recoge una de las interrogaciones genéricas sobre la historia de España. 
¿Cómo no recordarla también ahora?

¿En qué se parece España a sí misma?
En nada.

Derrota, agotamiento, decadencia

He terminado la cala en el ya para mi familiar AGUN, Archivo General de la Universidad de Navarra. Anotados han quedado en mis papeles, con algún desorden y algún número irreconocible, las cajas de los archivos particulares de Calvo Serer y Pérez Embid que me interesan y que consultaré la semana que viene.

Federico Suárez (La crisis política del Antiguo régimen), José Mª García Escudero (De Cánovas a la República) y otros libros de los historiadores del grupo Arbor (los westfalianos) serán ahora lectura obligada. 

Empiezo por Derrota, agotamiento, decadencia en la España del siglo XVII, de Vicente Palacio Atard. Palacio Atard lamentó siempre la publicación de este libro en RIALP, supongo que por la etiqueta Opus que entonces le pusieron (¿quiénes? ¿y qué?) El capítulo que dedica a la "crisis espiritual" recuerda, con un punto de exceso, lo palmario: el hatajo de inútiles que rodeaban a un rey que ya no quería gobernar (aunque sobre el melancólico Felipe IV haya más de qué hablar).

Aquella camarilla de la que hacía figura de evadirse el Rey en su correspondencia con la monjita concepcionista de Ágreda "pone la carne de gallina en el ánimo de quien se acerca a contemplar la historia de España en sus momentos más graves. Hombres ineptos y además venales muchas veces, que sostienen toda una cohorte de ayudantes más ineptos todavía. Y entre ellos el destino de España se malogra". "Ambiciosos y venales".

Con estos cuidados inactuales en mente me llama Yolanda para decirme que ,por fin, se convocan elecciones generales en España.

martes, 26 de julio de 2011

De Cajal a Calvo Serer

Del palacio de Sada, casa natal de Fernando de Aragón, en Sos del Rey católico, me llevé como recuerdo una edición de El mundo visto a los ochenta años, del arterioesclerótico, según su propio verbo, Ramón y Cajal. Su actualidad (problema catalán) se impone  y aún trasciende del estilo literario de un hombre de la restauración que escribía "mónita", criticaba con desenvoltura el pesimismo de Spengler y conocía y apreciaba el Genio de España de Giménez Caballero. Los tónicos de la voluntad me inflamó el espíritu un verano caliginoso y eso no se olvida.
* * *
Casi al mismo tiempo, mientras un tiempo otoñal suspende nuestra proyectada excursión a San Juan de la Peña y al castillo de Loarre y me hace añorar las solaneras murcianas, he leído Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor, de Onésimo Díaz Hernández, publicado en 2008. Se ve que Calvo, como seguramente le llamaría Franco, aficionado también a los apellidos, como el General Primo de Rivera, no estuvo en el sitio adecuado para ejecutar su política de cultura desde arriba. José María Albareda, un científico íntegro y de moralidad intachable, secretario del CSIC, frenó con discreta mano izquierda la politización de Arbor y del Departamento de Culturas modernas que obsesionaba a Calvo Serer y que a él no le debieron parecer oportunas. El libro de Díaz Hernández, en la estela de otras historias culturales del franquismo (Gonzalo Redondo, Álvaro Ferrary), cuando menos por el tratamiento de las fuentes y el trabajo en el Archivo General de la Universidad de Navarra, es una obra de mérito.

lunes, 27 de junio de 2011

Despotismo democrático y peritonitis

La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional (Rialp 1954), de Rafael Gambra, es un libro de prosa e ideas luminosas. Su intención es transparente ya desde el título, elegido con mucha intención para puntualizar la posición del tradicionalismo (carlista) con respecto a La monarquía de la reforma social, de Ángel López-Amo, entusiasta de Lorenz von Stein, a quien los tradicionalistas consideran un facilitador de la tarea destructiva de Marx. Una tesis muy parecida se encuentra en el epílogo del Marqués de Valdeiglesias a Escritos sobre la instauración monárquica (Rialp 1955), que recoge los editoriales del diario La Época, redactados por él mismo, Eugenio Vegas y Jorgen Vigón, entre noviembre de 1933 y el 12 de julio de 1936.

La doctrina tradicionalista sobre el poder real, que es la tradicional española, no pierde su interés, sino que lo acrece, en una época en la que los mayores peligros para las libertades de los individuos y los grupos y asociaciones (naturales o artificiales) que los amparan vienen precisamente de la versión despótica de la democracia. La única posible de ese régimen según el pensamiento tradicionalista.

Al lado del sargento Hugo Chávez Frías, caudillo bolivariano, Luis XIV, dominus ab legibus solutus, representaría el papel de un modesto alcalde de pueblo, temeroso de Dios, del recurso contencioso-administrativo y del Alcubilla.

Aún así, recordar ahora que un dolor de barriga puede llevarse al otro barrio a Chávez y que su fin es tapar, con el barro, un agujero en el suelo tropical, sirve para demostrar que todas las doctrinas del poder absoluto son siempre autocontradictorias. Que se refuten a sí mismas es tan sólo cuestión de tiempo.

domingo, 19 de junio de 2011

Dos libros monárquicos

El Conde de Ruiseñada prologó y pagó de su pecunio Monarquía, de Sir Charles Petrie. Regaló la edición a los propagandistas de la monarquía tradicional de Acción Española. No puedo asegurarlo, pero fue tal vez Eugenio Vegas el traductor de la obra publicada en inglés (Monarchy) dos años antes, en 1932. Más seguro estoy de su capacidad de convicción, pues consiguió que el Conde accediera a gastarse un buen dinero en la operación ruinosa de mandar imprimir un libro.

Sir Charles Petrie no se paró en barras al expresar su admiración por Mussolini, la figura más grande del siglo XX, no por casualidad un monárquico convencido. En contraste con su personalidad, al autor le parecen poca cosas los caudillos republicanos, tan pequeñoburgueses, producto de esa clase social "mezquina":

A hombres que sólo estarían a sus anchas pesando una onza de queso o midiendo un litro de vino se les requiere para decidir sobre los problemas del valle del Danubio o las intrincadas cuestiones entre la plata y el oro.

Después de la Guerra, ese monumento del pensamiento conservador que es la Biblioteca del Pensamiento Actual publicó en 1956 un nuevo libro de Sir Charles Petrie: La monarquía del siglo XX. Le puso prólogo a la traducción de Carmen Gutiérrez (mujer del filósofo Rafael Gambra) todo un carácter: el General Jorge Vigón. Menos contundente este libro (Monarchy in the Twentieth Century) que el anterior, pues resulta más moderado en fondo y expresión, se agradece sin embargo la dolora del General Vigón.

Despúes de una irónica finta: puesto que el Estado es una creación de la sociedad, en el orden puramente teórico de las cosas lógicas, sería preciso resolver el problema social, para que, luego, la sociedad constituida resolviese el problema político, la conclusión socarrona y cuartelera del oficial ilustrado: notoriamente esto no es posible, claro está, porque no hay sociedad.

Haya más o menos sociedad, viene a decir Vigón, en España no arde más cera de legitimidad que la del 18 de julio. Por eso le molesta que quienes no estuvieron allí, manifiesten un decidido empeño en aleccionarnos acerca del contenido ideológico de aquella fecha.

El dardo apunta, como tantas veces, a Don Pedro Laín y a aquellos arrogantes intelectuales que creen que unas cuartillas suyas publicadas en cualquier revista con algún empaque tipográfico le dan más derecho a opinar que si hubiera ganado el sólo la batalla del Ebro.

sábado, 18 de junio de 2011

Sobresalto

Todos esos libros por cuyo lado paso cada día, Rethinking evidence, Derecho agrario y varios miles más, se preguntan hoy sábado, en la solitaria biblioteca, si mereció la pena. Les oigo y sin saber cómo me siento interpelado.

¿Para qué buscarle culpables a la cosa? Ahora soy complice de la tragedia de mis propios libros.

jueves, 16 de junio de 2011

Noticias del alma

En el ecuador de mi sabático en Pamplona he querido dedicar un buen rato al libro de Rafael Alvira sobre la Filosofía de la vida cotidiana. La familia y por tanto la casa, es el lugar al que se vuelve. Es espacio espiritualizado. 

Le doy vueltas a esa verdad profunda que se encarna en la morada humana. Tal vez porque desde noviembre del año pasado he habitado muchas casas, ninguna de las cuales ha sido el lugar entrañable donde siempre nos esperan, sino estación de paso, cómodo asilo. [Yolanda, que se quedó de retén en Cartagena, me da  por fin hoy las buenas noticias: las obras ha nterminado, de modo qjue nuestras peregrinaciones domésticas tienen ya terminus ad quem.]

Buscando algún dato de López-Amo llego al tomo II de la  biografía de San Josemaría de Vázquez de Prada. Nombres conocidos en los retiros valencianos de junio y septiembre de 1939, pero ni rastro del joven Ángel. No me dan el tiempo (tampoco la paciencia) para seguir leyendo esas páginas. Sí, en cambio, la breve biografía de Miguel Dolz, nada problemática, según género literario, salvo en las alusiones finales a los sufrimientos del santo por la Iglesia. Hay tres sermones de los años 70, tal vez agotados, en los que debe estar el poso de ese sufrimiento.

La efusión lectora, algo dispersa lo que va de semana, termina por hoy con el relato de la conversión de Manuel García Morente: El Hecho extraordinario. Todas las páginas son de una densidad y una sencillez admirables: desde su desvanecimiento en el Rectorado de la Universidad de Madrid, cuando le anuncian por teléfono el asesinato de su yerno (un ingeniero de 29 años y padre de dos niños) en Toledo, hasta su "segunda comunión", recibida del Obispo de Tuy después de la Guerra. A su experiencia de Cristo sine corpore interposito, una percepción sin sensación, la noche del 29 al 30 de marzo de 1937, le cuadra bien la donosa expresión de Santa Teresa de Ávila: una noticia del alma.

miércoles, 15 de junio de 2011

Une banalité supérieure

La época de las revoluciones concluyó hace tiempo. El término varía 100 o 150 años según se lea la tesis en Saint Simon o en Calvo Serer, pero el hecho en si se ha convertido en una verdad inatacable.

No cabe esperar mucho de los movimientos que se presentan como una revolución, como un "aldabonazo", así de rotundo se dice, para despertar las conciencias. Sobre esto hay muchas opiniones concordantes en lo esencial, pero creo que muy pocos han diagnosticado la situación con la finura de López-Amo:

Han terminado las revoluciones, no porque hayan terminado las injusticias, dice en su conferencia dictada en 1956 en el Estudio General de Navarra, siguiendo la opinión de Donoso Cortés.

Han terminado las revoluciones, concluye ya por su propia cuenta, sencillamente porque han terminado las aristocracias que saben hacerlas.

Se trata de una banalidad superior: no hay ya revolución posible porque la gente, -el Tercer estado, el pueblo, los intelectuales...- no sabe ya cómo hacerla.

martes, 14 de junio de 2011

Monarquismo

Un aforismo espigado en los papeles de Ángel López-Amo:

No es lo mismo defender al rey que defender los propios intereses. A aquel se le abandona, éstos se defienden con los dientes.

Por eso tal vez no es lo mismo ser monárquico que monarquista. El monárquico no es que trate muy bien a los reyes, pero al menos no explota económicamente a la realeza, único designio del monarquista. Lo había visto también muy claro Gómez Dávila.

En este, que actualiza el pensamiento clásico español sobre el origen del poder, epitoma su doctrina:

El poder viene de arriba, pero viene también de antes.

lunes, 13 de junio de 2011

Esclavitud moral

La democracia individualista requiere que una clase homogénea domine y las otras le sirvan[; así pues,] en la democracia moderna hay una servidumbre de la masa. Mas como se ha proclamado su libertad, la servidumbre no es jurídica; es una servidumbre moral realizada por estos tres poderosos instrumentos: el dinero, los partidos políticos y organizaciones obreras y la enseñanza.

Tal vez no haga falta repetirlo: el pueblo español, formalmente libre, padece la peor de las servidumbres, la moral. Para ello se han conjurado el dinero, los partidos y sindicatos, y la enseñanza pública. Lo decía López-Amo en 1952: La monarquía de la reforma social, p.137.

Sin negarle clarividencia al autor, la  cosa debía estar bastante clara entonces: hay regímenes que faltos de legitimidad únicamente pueden apoyarse en la esclavitud moral de los ciudadanos.

Reivindicación social invertida

Ángel López-Amo, el escritor político nacido en Alicante en 1917 y muerto en accidente de tráfico en Washington en 1956, dejó en este mundo unos pocos libros y artículos.

Decía López Rodó en sus Memorias que la doctrina de La monarquía de la reforma social, por el que le dieron a López-Amo el Premio Nacional de Literatura Francisco Franco en 1952, influyó mucho en él y en otros compañeros y colegas de generación. Además de este libro, el más conocido de los suyos, publicó otros (generalmente breves) sobre el  principio aristocrático, la revolución o la radical ilegitimidad política de nuestro tiempo. Las cartas políticas dirigidas a su pupilo, el príncipe D. Juan Carlos, hicieron revivir en nuestro país el viejo género de los Espejos.

He podido leer estos días media docena de artículos de su autoría, breves pero nada superficiales, publicados en La actualidad española, complemento para la divulgación de las ideas monárquicas de Nuestro tiempo. Se abunda en ellos en la defensa del principio aristocrático y se denuncia la perversa rebelión de las élites muchos años antes de que lo hicer Christopher Lasch.

Para su primera colaboración, en el número 1 (12.I.1952), mandó el texto "Huelga de archiduques". Fustiga en él la "reivindicación social invertida" de los privilegiados que reclaman la igualdad con respecto a los demás hombres: "la atenuación de sus onerosos privilegios, para poder sumergirse en las irresponsabilidades de la vida vulgar". Semejante conclusión venía prendida en un sucedido de los buenos tiempos del emperador Francisco José, a cuyas barbas se habían querido subir los miembros jóvenes de la familia al reclamar la liberación del estricto protocolo y servidumbres impuestos por el Viejo.

La huelga de archiduques, incluso de príncipes, es hoy la renuncia total y sin justa causa de quienes repudian al por mayor todas sus obligaciones y responsabilidades sociales. Miedo a servir. Indocilidad.

sábado, 11 de junio de 2011

Certezas

Siguiendo los pasos de Ángel López-Amo por Valencia y Madrid los meses posteriores a la Guerra civil, me asomo a los recuerdos de José Orlandis en Años de juventud en el Opus Dei. Sólo había leído de estas memorias unas pocas páginas relativas a las oposiciones de Derecho político de 1942, cuyo resultado, por cierto, explica con sencillez y veracidad el padre Orlandis: el presidente del tribunal, Ruiz del Castillo, se inclinó por opositores neutrales, Luis Sánchez Agesta e Ignacio Mª de Lojendio, frente a los "candidatos" monárquico, Eugenio Vegas, falangista, Javier Conde, y tradicionalista, Francisco Elías de Tejada.

López-Amo se asoma lo justo en estas páginas para que no se pierdan del todo en el aire los pocos hilos de su vida que, a los 55 años de su muerte, le dan aún consistencia al recuerdo de su obra.  En ella se cuenta La monarquía de la reforma social, un libro político al que hubo que disimularle el título en la camisa y del que decía Federico Suárez que era uno de los más importantes escritos en España desde principios del siglo XIX. Gonzalo Fernández de la Mora era de la misma opinión, aunque reducía el término de la comparación reconociendo su neta superioridad a partir de Donoso Cortés.

Pero no son estas certezas las que me interpelan en esta hora de los aperitivos, otra vez, por unos días, lejos de mi mujer y mis hijas.

Dice Orlandis que uno de los juristas afines a la Escuela histórica jurídica de Hinojosa era Nicolás Pérez Serrano, catedrático de Derecho político y primer connstitucionalista español. De Pérez Serrano he admirado siempre su estilo conciso, sus grandes dotes para el Derecho público y su espíritu crítico. También su convencimiento de que la misión del juspublicista es servir al Estado. Por convicción moral y por imperativo deontológico. 

Cómo se ha hecho de Pérez Serrano el prototipo de un liberal de izquierdas no se me alcanza. Algo habrá tenido que ver en ello la edición hace años de sus obras selectas, en dos tomos, por el Instituto de la Administración Local. También el concurrente interés del neoconstitucionalismo de 1978 en reclamar la herencia de 1931... aunque para ello haya tenido que echarse mano de uno de los más consistentes y finos críticos del desastre técnico que fue la constitución republicana. Aumenta mi certeza de la burda manipulación de la memoria de don Nicolás cuando leo en los recuerdos juveniles de Orlandis lo siguiente. Fallecido el rey Alfonso XIII en Roma, muchos balcones de Madrid exhibieron crespones negros. Así amaneció Madrid el 29 de febrero de 1941, al día siguiente de conocerse la noticia:

Con Madrid vestido de luto, escribe Orlandis, hube de acudir al domicilio de Pérez Serrano, en la calle de Génova, para recabar su consejo sobre algún trabajo que llevaba entre manos. Me encontré la casa con colgaduras fúnebres en los balcones y recuerdo la sincera emoción con que me habló de la muerte del rey [pág. 144.]

jueves, 9 de junio de 2011

De un exordio a otro

Hace unos días terminé el estudio introductorio que acompañará una nueva edición, la tercera (o cuarta si se cuenta también la reimpresión de la primera), del precioso discurso El hombre, animal político, de Javier Conde ("F. J. Conde" en el corrosivo y cianótico capítulo 1 de La fea burguesía, de M. E.) Antes de volver a la faena, bella ma incomoda, como la guerra, hice acopio de un puñado de libros en Gómez y Troa. 

Uno de R. Alvira sobre la familia, El lugar al que se vuelve (Rialp). Leerlo es oír hablar y discurrir a su autor -lo que raramente me sucede con un libro. 

Otro de R. Hidalgo Navarro sobre Julian Marías. Retrato de un filósofo enamorado (Rialp). También me ha gustado. Me ha traído el rumor de unos meses muy felices en los que, entre otras cosas, anudaba, una con otra, la lectura de todos los libros de Marías que me caían en las manos. Asistí a dos conferencias suyas: una en el Instituto de España, sobre el amor, y otra en Murcia, en un ciclo sobre el 98. Buscaba con ahínco un autógrafo suyo en mi ejemplar de La estructura social, pero por esas cosas nimias que de vez en cuando nos suceden me quedé sin él. Cuántas veces me he acordado de la herradura perdida del caballo que desbarató los planes del caballero, que perdió así la batalla y la guerra. El libro de Hidalgo Navarro evoca los amores de Marías: la universidad, los maestros, Lolita, la patria, su credo católico. Me disgusta sin embargo que quien, como el autor, no juzga a los dos amigos que traicionaron al filósofo, sea tan escrupuloso con Gonzalo Fernández de la Mora por sus críticas a Ortega... Yo creo que se le puede perdonar a un joven de 25 años, lector de don José, que le pregunte al maestro: "¿Para cuando su gran obra sobre la razón histórica que todos esperamos?"

Aunque empezamos mal, terminamos amigos Esparza y yo. No está mal su Juicio a Franco (Libros Libres), salvo el título por lo que tiene de reclamo mercantil. Los primeros capítulos son prescindibles, como el epílogo con una conversación con Pío Moa, pero los que dedica a las "figuras" del soldado, el misionero y el desarrollista tienen su interés para interpretar el régimen de Franco. Otro capítulo se dedica a Franco como "centro inmóvil", tal vez las únicas páginas que justifican el título de un libro dedicado, en realidad, al franquismo y a la polémica sobre la memoria histórica.

Bien Mil de mil (Pre-Textos), de A. Trapiello, que todavía no había leído.

Amenas las memorias de guerra de Javier Nagore Yárnoz: Luchábamos sin odio (Áltera). Bien el prólogo de P. Tamburri y mal los dos prólogos de las ediciones anteriores, que el editor no ha incluido y, se diga lo que diga en ellos, se echan de menos. A ratos aparece la guerra fresca y en mangas de camisa, como escrita por un García Serrano aspirante a un puesto de registrador o notario en un pueblo próspero de la Ribera. Aquí y allá, entre pepinazos, chaqueteos y paqueos, salpican la guerra las lecturas de Epicteto, Shakespeare, ¡Remarque! Y la alumbran también, por qué no, la incineración de una completa biblioteca de libros pornográficos ricamente encuadernados. Nagore, que no da más datos, no fue el incendiario, pero hay que agradecerle la estampa.

Tengo que acudir ya a mi cita con Ángel López Amo, y su doctrina de la restauración monárquica. Me pesa pero debo dejar a medias por unos días la Caza Mayor de Aquilino Duque.

jueves, 26 de mayo de 2011

De Gandía a Valencia

"Pierdo mi tiempo y gano mi espacio" es una reflexión de Carl Schmitt que siempre he recordado en mis luengos viajes en autobús: desde las 23 horas del Buenos Aires-Santiago de Chile de diciembre de 2006 (inolvidable el paso de la frontera en los Andes), hasta las 11 horas gastadas hace unos días para alcanzar Pamplona desde Cartagena.

Comparado con el tren, que sigue siendo una democracia con pujos intelectuales y aristocráticos, como hubiese querido ser la II República, el autobús es una democracia populista: chavismo, melting pot y clases pasivas. Pero me gusta viajar en autobús, quiero aclararlo: como solía decir Heidegger para explicar lo suyo, ich komme [auch] aus Bauern!

El sentimiento de pérdida se atenúa en estos viajes con un libro en las manos. El último de los míos ha sido la ocasión para leer Hasta la cumbre, del sacerdote Pablo Domínguez Prieto, y Caudillos y constituciones, del jurista político argentino Alberto González Arzac.

Hasta la cumbre es la predicación de unos ejercicios espirituales para las monjas del monasterio cisterciense de Tulebras (Navarra). Es un libro de esperanza con una dura y hermosa lección para un cristiano. Hay en él dos comentarios profanos en los que me detuve entre Gandía y Valencia. Revelan un carácter.

"No siempre uno cae bien" es el primero. Cada uno tiene su humor. Qué se le va a hacer. Así se retrata el autor cuando describe la estupefacción de una comunidad al preguntarle a la hermana que se preparaba para ir de misión a los Grandes Lagos: "¿Quieres la bendición o la unción?". No creo que fuera un desprecio a la vida como creyeron las religiosas, ni siquiera una humorada; sólo humor, buen humor. La cruz de esta moneda se encuentra páginas arriba, cuando el autor retrata con sencillez el carácter de Julián Marías, a quien conocía personalmente: tenía "poco sentido del humor". "Si le decías una cosa en broma te miraba con extrañeza y más valía andarse con tiento" (p. 79). Yo también le conocía, pero por sus libros, más que por sus memorias, que también leí. El autor de Antropología metafísica, es verdad, siempre me pareció un señor demasiado serio, aunque sin llegar a grave. La densidad de página, que tanto encarecía el filósofo madrileño, incluía también una caracteriología. Vaya.

De Teruel a Monreal del Campo

Gonzalez Arzac es un realista político. No tiene el complejo del liberal. Tampoco el del constitucionalista. En su libro Caudillos y constituciones, que me envía Leopoldo Frenkel desde Mar del Plata, se reivindica la singularidad de la historia constitucional de cada nación. La de Argentina, hasta la imitación del modelo constitucional norteamericano en la carta de 1853 (buen ejemplo de lo que Fernández-Carvajal llamó pseudomorfismo constitucional), es una historia de caudillos provinciales que dan (otorgan) su constitución a la región de la que son carismáticos representantes.

Caudillo, dictador, tirano, fundador, padre de la patria mientan la misma cosa política. Según, naturalmente, las circunstancias. El tirano, lo explicaba muy bien Miglio, no es el déspota del que habla Montesquieu.

Repasa González Arzac el "pensamiento constitucional" de próceres argentinos como Juan Manuel de Rosas, que a mi me parece el más admirable de todos. Pero el asunto da para mucho. Ahí está Idées constitutionnelles du Général De Gaulle, de Jean Louis Debré, un tomazo de 1974 que visité la semana pasada. Por qué no unas Ideas constitucionales del General Franco. A fin de cuentas, como decía Gracián que exclamaba Felipe II al contemplar la efigie de su agüelo Fernando El Católico: A ese se lo debemos todo.

viernes, 20 de mayo de 2011

Cita con la revolución inencontrable

España, país al que Franco dió hábito de Estado, no se termina de acostumbrar a someterse a la ley. Cualquier ignorante gentilhombre se encomienda al Padre Mariana y reclama del cielo su derecho a sublevarse contra la tiranía, ahora llamada "El sistema". Son estos cafres políticos los mismos que asesinaban presidentes del Consejo de ministros en un país sin pulso. Los mismos que no dejaron gobernar a Maura. Los mismos que violaron una constitución de tramoya en los años 30. Los mismos que, últimamente, se indignan con gran afectación.

La aglomeración humana de Sol no merecería más atención de no ser la política la gran provincia de las apariencias. Si aparentar en política es como ser, entonces merece la pena discurrir sobre lo que allí sucede. Pero desde el punto de vista de Sirio, lejos del cretisnimo político de la derecha y del oportunismo de la izquierda.

El mensaje de Sol, perfectamente idiota, se aclara recordando el examen de urgencia que Raymond Aron hizo del mayo francés en su libro La révolution introuvable. La izquierda sin norte se agitó entonces estérilmente, refugiándose en lo que los franceses llaman contestation, un término que tiene fácil transliteración pero muy difícil traducción. La contestation, decía Aron, es el resultado de la "contradicción entre la aspiración al absoluto y el rechazo de lo trascendente". Así salen de la historia las religiones seculares.

Aron sonríe melancólico, "sin ilusión, sin pesimismo". Y yo me dispongo ahora a releer un ensayo deliciosamente irónico de Julien Freund: Le pouvoir est il révolutionnaire ou réactionnaire? El poder, ay, dice ahí, es el poder.

lunes, 16 de mayo de 2011

Elecciones

Como no sea sub specie aeternitatis, no me interesan ni estas ni otras elecciones; no por arrogancia intelectual, sino por melancolía, pasión que uno no elige. A fin de cuentas, no hay victoria electoral que no se vuelva derrota a la vuelta de unos años.

Entonces, la pregunta política por excelencia, en el magín del ciudadano consciente, no ha de ser Quién debe mandar, sino Qué hará el gobierno. Y para encontrar la respuesta a esa cuestión no sirven de nada elecciones ni referendos. 

Occidente se ha quedado atascado en el nominalismo político de los eternos aspirantes al poder, pues sólo a estos les interesa, lógicamente, que respondamos con urgencia a su pregunta sobre quién ocupará la cosa, si ellos o los otros.

La felicidad

[La misma respuesta, evocando el 31 de marzo de 1939, se la daba una señora de Albacete al preguntón de Don Pedro Laín. Eran los años 50.]

Quién lo diría.
La felicidad del 22 de mayo:
se acaban de marchar los unos y todavía no han llegado los otros.

Memoria senil

Sucedía unos años atrás y es un buen ejemplo de lo que Aquilino Duque llama la "memoria senil". El problema de la Ley de la Memoria histórica es que tiene su razón de ser y su explicación. También fuera del Parlamento: en el estrato más profundo de nuestra vida colectiva, el de lo prepolítico.

El escritor Martin Mosebach, Premio Georg Büchner en 2007, paseaba por Düsseldorf. En la orilla del río, envidiable para un español como todos esos grandes ríos navegables europeos, un barco turístico acoge a un grupo de jubilados que poco antes han descendido de un autobús con todas las comodidades. A bordo, la gran mayoría se solaza con el baile de "Los pajaritos".

Mosebach, que los reconoce españoles, exclama con muy mala uva: "Hace 50 años todos estos viejos cantaban ¡viva la muerte!"

martes, 10 de mayo de 2011

Fijación

Para fijaciones, la del prolífico Raymond Aron contra la poesía.

La Ciencia política tiene como misión, decía en uno de sus libros, "despoetizar los regímenes". Más tarde, en sus Memorias, precisaba todavía más la tarea: "pasar de la poesía ideológica a la realidad literal".

Vaya profesión la del politólogo, tan prosaica en apariencia.

lunes, 9 de mayo de 2011

Maestros, socráticos y ágrafos

[En un ameno correo que me aconseja los pintxos de Letyana, me confía un amigo, además, este presentimiento: "Mucho me temo que seré recordado en el futuro como uno de los raros intelectuales ágrafos de la Universidad española de nuestros días".]

Ahora pienso que, en la Universidad española, maestros, socráticos y ágrafos le han dado forma, durante mucho tiempo, a un arquetipo único. Lo que no quiere decir, que quede claro, que todos los maestros sean socráticos y ágrafos. Los ha habido y los hay también grafómanos y, aunque en menor proporción, también polígrafos.

Tiene nuestra Universidad grandes ágrafos. En los sectores de mi curiosidad tengo catalogados, con un sucinto anecdotario, a tres de ellos: el maestro Manuel Pedroso, catedrático de Derecho político en Sevilla hasta el exilio republicano, y su sucesor, en la misma sede, Ignacio María de Lojendio, y Antonio de Luna, catedrático de Derecho Internacional en la Central. La obra de estos universitarios ha sido su cátedra. Que nadie la busque en los repertorios bibliográficos de su especialidad. La conversación con los discípulos; incluso su mera presencia, esporádica, en su mesa de trabajo o en la biblioteca es lo que se recuerda de ellos.

El correo de mi buen amigo, profesor en una Universidad privada, me hace caer en la cuenta de que este arquetipo, sociológico, pero también moral, ha sido proscrito en el alma mater, laminado con saña por las últimas reformas. Pues la carrera administrativa de un profesor depende imperativamente hoy de publicar e investigar mucho, aunque no se sepa por qué ni para qué.

El verdadero mérito lo tienen hoy aquellos colegas que apenas se prodigan; idealmente y a fortiori los profesores inéditos. En ellos hay que confiar para resucitar la Universidad cuando caduque el papanatismo y pase con él toda esta inflación de revistas, prestigios, refereers e índices de impacto.

sábado, 7 de mayo de 2011

Amigos, enemigos y compañeros de departamento

A una buena amiga de la Universidad de Murcia, que me escribe y me cuenta su azoramiento por la invitacion recibida a participar en una mesa redonda, en Sevilla, junto a dos catedráticos de su ramo, le contesto:

No te quites mérito, E., que para eso ya están los compañeros de Departamento.

Aquel Islam del siglo XX

Jules Monnerot publicó en 1949 un libro titulado Sociologie du communisme. Los intelectuales franceses le hicieron el mayor de los vacíos (una única recensión muy negativa publicada en L'Année Sociologique) por haberse atrevido a hacer de los comunistas, que se creían los dueños, autores y sujetos de la sociología, el objeto de ésta.

Como el Islam, el comunismo se presentó a la vez como una religión secular y como un Estado universal. Esto hizo de ambos, según razona Monnerot, un "fenómeno especialmente voraz".

Ahora se ha trastrocado el paralelismo al darle la vuelta (un periodista, un opinador profesional, ya se sabe, nunca desdeña una buena frase). Se dice  de un tiempo a esta parte que el Islam es el comunismo del siglo XXI. También que el Islam vive en plena Edad media. Algo no cuadra en esta ecuación, pues el comunismo, un despotismo futurista: koljoses más electricidad, nada tiene que ver con el medievalismo.

Supongo que sólo quienes piensen que en en el medievo llovía todo el rato y que fue una época especialmente inhóspita para la razón, aceptarán como verdad inconcusa esa mentira tan divulgada de que el Islam se quedó en la Edad media. Ojalá se hubiese quedado retenido el Islam en los siglos en que florecieron las Universidades y se salvó el logos en los escritorios monacales. Ojalá. Qué hermosura visitar entonces el Yemen.

El problema del Islam no es su medievalismo, que nunca lo conoció. La tragedia para Occidente es su combinación elemental de despotismo antiguo y electricidad.

viernes, 6 de mayo de 2011

Co-herencia 13

Recibí por Pascua el número 13 de la revista colombiana Co-herencia.

La abre un pequeño ensayo de Alberto Buela sobre "El filósofo como intelectual público". Me interesa al menos para conocer quienes son los amigos del autor (él los llama "genuinos intelectuales públicos en el mundo" y una cosa no quita la otra). Entre los españoles y americanos me agrada encontrar también a algunos de mis amigos, conocidos y saludados: Fernández de la Mora, Aquilino Duque, Luis María Bandieri y González Arzac.

Pero lo que verdaderamente me reclama es un nuevo estudio de Luis Oro Tapia sobre el realismo político. A Lucho le invité a dar una conferencia en Murcia sobre la zorra y el león (siempre el realismo político) e hizo buenas migas con el romanista Jesús Burillo, que me sigue preguntado por el "Araucano".

De Oro Tapia he leído varios libros y ensayos sobre nuestro tema común, sobre el que tan difícil resulta decir algo que no sea un lugar común. En "Visión de la naturaleza humana desde el realismo político" se ocupa de Hobbes y su acertado diagnóstico de la propensión del hombre a la violencia, "corroborado por la antropología empírica", pero lo más interesante viene en la segunda parte de su artículo, pues afirma que el realismo político "tiene una concepción trágica de la naturaleza humana" y así mismo que el hombre no es un ser plenamente racional. De propina otro nombre para mi relación de realistas políticos: Herbert Butterfield.

Aunque suscribo los apuntes de Oro Tapia, veo cada vez más clara la banalidad superior de mi epigrama favorito, que me inspira Paine: el realismo político es la imaginación del desastre. Que se explica mejor por este otro, que me sopla Ferrari: al realismo político se llega por la vía del dolor.

Preguntado Julien Freund por las perspectivas históricas y políticas de Europa, respondía, parapetado en la botella de Pinot noir que compartía con Günter Maschke: Le futur! Le futur ce sont les massacres! Donoso Cortés, otro imaginativo del caos, no lo habría expresado mejor.

Filoque

Logos heracliteano y juánico,
naturaleza y convención,
voluntas y ratio,
patetismo y razón,
estatuto y contrato,
Gemeinschaft y Gesellschaft,
incluso función y órgano,
amigo-enemigo,

son dialécticas que
me parecen la disputa por un filoque
si las comparo con la movilización total del espíritu,
con la contienda trascendental entre lo espontáneo y lo difícil:
ponido y puesto
en la lengua balbuciente de mi hija.

jueves, 5 de mayo de 2011

Debú en Pamplona

[Julia, a la que nunca le ha dolido nada, ni siquiera la barriga, llegó a Pamplona cansada e irritable. Su llanto sin consuelo ha sido como una riada, pues las lágrimas han seguido corriendo días después de la gran tormenta, extinguido y olvidado ya el relampagueo en el cielo.]

Centro histórico de las ciudades, yo te saludo. Y también a vosotras: iglesias y ermitas y piedras venerables en general.

Hola a los museos, los jardines y los bulevares; también a los bancos públicos en medio de una calle poco transitada. Murallas. Librerías de viejo. Cafeterías, restaurantes. Cualquier cosa para cenar. Descansamos y salimos. Salud a toda esa  grata compaña del visitante. Y adiós; tal vez hasta luego.

No os echo ya de menos. Me interesa ahora saber cómo se llega a un hospital y por donde he de guiar mi coche, en la madrugada, hacia una farmacia abierta.

martes, 3 de mayo de 2011

Esquimales

Los pueblos del Ártico han saltado, en apenas una generación, del neolítico al siglo XXI.

Qué pena dan los inuit. Se han perdido la Edad Media.

sábado, 30 de abril de 2011

Minorías organizadas

Decía Spengler que en las horas decisivas de una civilización un pelotón de soldados será su salvador. 

Me parece, como tantas otras suyas, una afirmación problemática, pues no resiste la confrontación con los hechos. La historia, así, no deja de ser un paisaje de ruinas al que el valor, el heroísmo y también la santidad le prestan una gracia especial. Aunque esta no sea apreciada ante el tribunal de la historia, lo será sin duda en la Última e Inapelable instancia. Para Dios no hay ni héroes ni santos anónimos, según el lema de la Guerra civil.

En mi opinión, la predilección por lo castrense y su influencia en la acción historia, decisivos en el pensamiento de Spengler, no aclaran, antes enturbian, los aspectos trascendentales de todo cambio histórico. Este es siempre el resultado de la intervención de una minoría organizada. Y pocos grupos humanos tienen la simple y suprema eficacia de un pelotón de asalto.

Por eso tiene razón Raymondo Aron cuando en Les guerres en chaîne, de 1951, afirmaba que los 185 muertos de Trafalgar tal vez rindieron mayores servicios a su patria que los 800.000 muertos de la Gran Guerra.

viernes, 29 de abril de 2011

La labor como hábito

He visto muchas veces las manos toscas de mi padre operar los injertos de los frutales de hueso, en chapa o en escudo, con una precisión de orfebre. Parece sencillo, pero no lo es. Lo veo sentado a horcajadas sobre el leve caballón seccionando las mejores yemas. No sé si un cirujano tendría mejor pulso. Hendida la corteza del tallo vivo, transfiere delicadamente la chapa, quedando la protuberancia, finalmente, reatada con una cinta de plástico transparente. De sus centenares de injertos los únicos que se han perdido han sido los que yo, a sus espaldas, he manipulado cuando niño.

Pero no le pidas que le saque a su nieta la magdalena del envoltorio. Las costuras del celofán son para él casi inexpugnables.

Es el milagro de las segundas naturalezas, el habitus, que tanto tiene que ver con lo que Hannah Arendt llama labor en su libro sobre La acción humana, o con las meditaciones de Josef Pieper sobre el trabajo del hombre en El ocio y la vida intelectual. La ascética protestante del trabajo como vocación (Beruf) y su ritualización mundana conducen ya a otra cosa: a la proletarización de toda labor, a la transformación de esta en mera profesión o dedicación superficial.

jueves, 28 de abril de 2011

Injertos

Nos han prometido que dentro de un mes terminarán  las reformas de nuestra casa. Las obras han sido la situación de necesidad que nos obligó a trasladar los libros y otros enseres dóméticos a un polígono industrial.

Cuando los guardaba de uno en uno apareció El conde Lucanor, el primer libro que recuerdo haber comprado. La edición, la verdad, era deficiente y más bien disuasoria, pues su letra apelmazada y minúscula invitaba a rehuir el encuentro. Me costó 150 pesetas en la librería del Corte Inglés o lo que entonces yo, que nunca había salido de mi pueblo, suponía que era una librería. Puede ser que lo comprara para olvidarme del susto que pasé examinándome de mecanografía y taquigrafía, disciplinas menestrales hoy decadentes que a mi madre tal vez le parecían la formación óptima para el propietario de una Olivetti Lettera 32. Costaba muy poco en 1981 hacerse un hombre de provecho.

El caso es que, en el trance de separarme medio año de unos libros con tanto gozo y esfuerzo reunidos, el reencuentro con aquel viejo amigo me refrescó las dudas sobre los caminos que nos conducen a unos libros y nos apartan de otros.  Me pregunté también por qué llegamos tan pronto a unos libros, casualidad preñada de consecuencias.

¿Cómo se empieza entonces una biblioteca? ¿Cuando? ¿Para qué? Tal vez a estas preguntas sólo pueden responder aquellos que se ha visto privados de sus libros, voluntariamente o no, pues estos han tenido que empezar de nuevo. También saben algo del asunto quienes embarcan sus libros en el camión de la mudanza, porque en ese momento se dan unas condiciones experimentales perfectamente controlables: ¿con qué libro regresará el lector a su casa después de pagar a los mozos del guardamuebles y pasarse por la librería? ¿Por qué habrá comprado precisamente ese, que será, ceteris paribus, el primero?

El día de la mudanza no comprendí el designio que se esconde detrás de los dos primeros libros que entraron en nuestro domicilio provisional: Luz del mundo, de Benedicto XVI y Alma minha gentil, una antología general de la poesía portuguesa. Apenas empiezo a vislumbrarlo ahora, cuando esos injertos ya han sobrevivido al invierno y prometen tan buenos frutos.

miércoles, 27 de abril de 2011

Sartre en epítome

Sarte me aburría profundamente en las tardes de instituto. Tanto que casi me aficionó al baloncesto. Las canastas de Martín y Sabonis a media tarde por la televisión -la hora de los partidos era entonces institución sagrada y no existía la dictadura del share y las audiencias- eran mucho mejor que el existencialismo, aquella perogrullada.

Raymond Aron, en la última página de Polémiques (Gallimard 1955), dejó resumido lo que tal vez sobrevivirá de su petit camarade: una interminable especulación sobre el proletariado.

Escribe Aron:

En Francia, Malraux era el intelectual que ayer mismo simbolizaba la Revolución: combatiente en China y en España y autor de La Condition humaine o L'Espoir. Ahora la acción revolucionaria de Sartre se agota en las interminables especulaciones sobre el proletariado. Como dice Marx, todo acontecimiento se vive dos veces, una como tragedia y otra como comedia.

Creo que puedo seguir alegrándome, ahora también con el argumento de autoridad, de no haber perdido el tiempo con esa jerigonza francomarxista de Sartre y tal vez se lo deba a un Real Madrid-TDK de Moscú. En la selectividad, además, nos preguntaron Santo Tomás.

martes, 26 de abril de 2011

La vía del dolor

Resulta que Han-Fei-ze, un noble chino del siglo III antes de Cristo, estuvo tocado de un genio político superior. Su obra, recogida en El Tao del Príncipe, que acabo de recibir en un traducción francesa íntegra, proporciona el catálogo más alucinante de la abyección humana. Dice el traductor y comentarista que a su lado, la Historia universal de la infamia de Borges es una colección de cuentos para niños.

El subtítulo de la edición francesa es "La estrategia de la dominación absoluta". La traducción alemana, más comedida, se queda en un título canónico: El arte del gobierno. Existe una traducción muy breve y parcial al español que no merece la pena, fundamentalmente porque los introductores consiguen darle a este Maquiavelo chino un aire de Peces Barba, venenoso y santurrón, que no tiene nada que ver con aquel entomólogo de la condición política del ser humano.

En el capítulo tercero, "Peligros del discurso", advierte a los consejeros de príncipes de que raramente se encontrará un gobernante que se deje aconsejar. Ni siquiera uno sabio y propicio.

El catálogo de las crueldades sufridas por estos consejeros, sabios pero ingenuos al mismo tiempo, es espantoso. Uno fue asado, otro salado y puesta su carne a secar. A un tercero le arrancaron el corazón. A un cuarto le pusieron a marinar en salmuera. Pero los hubo también vendidos como esclavos, exiliados o arrojados a un río. A algunos se les amputaron los pies y a otros les arrancaron las costillas. Todos vienen identificados por su nombre.

El propio Han-Fei-ze, traicionado por un condiscípulo, fue hecho prisionerio por el príncipe de un reino rival, admirador, por cierto, de su disciplina política, que pretendía aplicar en sus Estados. La vía del dolor, recorrida por todos aquellos en los que alguna vez prendió una chispa de inteligencia política, terminó en el suicidio.

Llegó también, junto al Tao del Príncipe, un ejemplar de Polémiques, de Raymond Aron, en el que hay algunos artículos de interés para mi estudio sobre las religiones seculares. Este es el RA que más me interesa: el de la conversión a la política realista, que empieza en 1932 y culminará durante la II Guerra mundial.

En la librería de un centro comercial me compro Poesía para niños de 4 a 120 años. Lo había tenido en mis manos en otras ocasiones, pero hoy ya no lo he soltado.

sábado, 23 de abril de 2011

La imaginación del desastre

La tiene sin duda GM.

Entrevistado recientemente por C.-T. Weick para la Junge Freiheit de Berlín (nº 15, abril de 2011) sobre la política en Libia (Mißglückte Interventionspolitik), afirma que la política intervencionista que ha llevado la guerra a la Cirenaica es una intervención malhadada en la que se vienen acumulando los problemas. ¿Quién ha pensado qué se hará después de esta guerra si todavía no se sabe qué hacer en Kósovo, en Afganistán, en Iraq...?

Además, no nos concierne la política interior de Libia. Irrebatible.

viernes, 22 de abril de 2011

La grey

Hacía una tarde desapacible. Viento y lluvia mezclados en aleación.

Después de los Santos Oficios se ha cumplido lo profetizado por Isaías, pues a la salida de la parroquia, en la plaza mayor del pueblo, todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y la grey se ha dispersado.

jueves, 21 de abril de 2011

Ex Aequo

En La decadencia de Occidente citaba Spengler al caudillo argentino Juan Manuel de Rosas como ejemplo de carácter fuerte y político superior. Rosas, el argentino más importante del siglo XIX, había nacido español, de modo que la suya es una gloria ex aequo.

miércoles, 20 de abril de 2011

Dos libros

Ayer recogí de la estafeta dos libros.

* * *

Uno de Alberto González Arzac, Arturo E. Sampay y la Constitución de 1949 (Quinqué, Buenos Aires 2009). Me lo envía LP desde Mar del Plata, ciudad que visité hace unos años y en la que con mucho rostro y más gracia, mi amigo NM, consiguió que pernoctáramos de lujo en una residencia de oficiales de la armada. En el libro de González Arzac se reconoce al estudioso de la obra política y jurídica de Sampay, pero también al adicto a la persona. Aficiones que, desde luego, puedo comprender.

Sampay, del linaje del realismo político, sufrió el exilio y conoció la abrogación de su constitución, en la que tanto empeño puso. De Gaulle, al parecer, le dijo a sus consejeros que quería para Francia una constitución como esa. De qué enrevesadas formas comparece el complejo de la Maliche.

Me entero del por qué de una traducción boliviana del estudio de CS sobre la situación de la ciencia jurídica europea en los años 50. También de que su articulación técnica de las expropiaciones y las nacionalizaciones del petróleo y la minería, recogida en el artículo 40 de la constitución de 1949, inspiró idéntica solución en la constitución frentepopulista del Chile de Allende y, más recientemente, en la ofesiva constitucional contra el coloniaje de Hugo Chávez y Evo Morales.

* * *

El otro me lo envía GM y es un amplio estudio sobre las relaciones angloalemanas entre 1933 y 1939: Dietrich Aigner, Das Ringen um England (Bechtle, Múnich/Esslingen 1969).

En La lucha por Inglaterra se da cuenta de las relaciones del nacionalsocialismo con Inglaterra (en el pensamiento de Hitler, en la prensa, etc.), de la actitud de Inglaterra hacia el nacionalsocialismo alemán y finalmente de los movimientos de la opinión pública alemana e inglesa en la prensa de los años 1933 a 1939.

El libro arranca con las opiniones expresadas en 1935 por Stalin y Hitler a Anthony Eden y Lord Rothermere respectivamente. Stalin le dijo a Eden que "el Imperio británico es un elemento fundamental de la paz y la estabilidad en el mundo". Hitler, por su parte, le endosó a Rothermere, que "la seguridad del Imperio británico es del máximo interés para la raza blanca". Está claro que los dos odiaban a Inglaterra.

lunes, 18 de abril de 2011

Proa a lo azul

No los conocía. Ni Cantatas de mi mochila, el último y póstumo de los suyos, ni Cok-Tail, el primer libro de Rafael García Serrano. Las Cantatas son el cuarto volumen de una tetralogía navarra en la que descuella La violencia y el orden, de Álvaro d'Ors (ayer, de camino al Iruña por Carlos III con MH y JA, conocí a una de sus hijas menores). Cok-Tail es un poemario, muy fuera de lugar ya en 1934, escrito al alimón con su amigo José María Pérez Salazar.

Los poetas se presentaban como "Caballeros de la Orden del Lebrel blanco", impulsada por el periodista Eladio Esparza, zumbón, deslenguado y autor en 1930 de una novela titulada La dama del lebrel blanco. Hay un prólogo de Fernando Romero y un epílogo del mismo Esparza. Algunas viñetas de Ángel Rodríguez Ginés. Lástima que el ejemplar que me dejan leer no tenga las cubiertas originales.

García Serrano antes de García Serrano se estrella una y otra vez contra el azul:

"Palpita la noche en azul" (Claro de luna);"Tíos vivos azules" (La verbena de la luna); "Beso la sombra / del impalpable azul" (Ensueño); "El lago temblón, azulino" (El suicidio del amor). 

García Serrano antes de García Serrano protesta contra el progreso:

"Mira cómo se escapa la tarde. / Huye de la ciudad, triste y viciosa. / -Antes, en la noche, había murciélagos; / hoy, al compás de la civilización, / salen rameras.-" (Huida).

Y quiere escribir como Machado:

"Monotonía de la disciplina escolar" (Recuerdo).

A Húder Ansa, "eterno bebedor de ilusiones" y motorista de la diputación navarra, fusilado en el 36, le dedica un poema premonitorio: "Cementerio de los vientos".

Pero el libro es una fuente de sorpresas. Cuando me repongo del poema que le dedica al rapsoda malagueño José González Marín, ardid para que incluya Cok-Tail en su repertorio ("José González Marín: / Tienes nombre de romance, / esensias de soleá / y toa el alma en el cante"), asoma el epílogo de Esparza, en el que les echa un cubo de "m. molida" a los dos autores, sin duda lo mejor de todo este galimatías:

"¿Por qué no Ajos de Corella? ¿Qué significa esa peste agria del Cok-tail en un libro de versos castellanos?

Si Esparza les perdona es porque todavía no se han decidido a pintarse los labios y las uñas.  Y se despide cortante: "creo que no es posible dar más extensa amplitud al elogio".

viernes, 15 de abril de 2011

Contradictio in terminis

[En la reunión de trabajo semestral de nuestro grupo de investigación (Religion y política) ha intervenido esta mañana, muy oportunamente, una profesora de Derecho eclesiástico del Estado de la UB. Discurría sobre las argumentaciones del Tribunal supremo norteamericano acerca de la  plena compatibilidad entre la prohibición legal de la eutanasia y el suicidio asistido y el espíritu de la constitución. Sin entrar en consideraciones de índole religiosa, un hipotético derecho a morir contradice la tradición y los sentimientos morales de la sociedad americana, según el criterio nemine discrepante de los jueces. Sale a colación la Ley 2/2010, de 8 de abril, de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte, de la Comunidad Autónoma de Andalucía.]

Qué cosa
más triste
una Ley andaluza de la muerte digna.



El arquetipo

Hitler, el hombre más progresista del siglo XX, era un visionario y un adelantado a su tiempo. Esa es la impresión que dejan las páginas de Hermann Rauschning, "antiguo jefe del Partido Nacional Socialista del Gobierno de Dantzig", según la presentación de su libro Hitler me dijo... Confidencias del Führer sobre sus planes de dominio del mundo (Atlas, Madrid 1946).

Desordenado e indolente, no podía terminar un libro, incapaz de una lectura continuada. Aún así llegó a formar una biblioteca importante. Ahí está La biblioteca del Gran dictador, aproximación de Timothy W. Ryback a las lecturas de Hitler. Claro que fijada únicamente a partir de los 1200 libros ocupados por los norteamericanos y depositados en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. ¿Qué esperarían encontrar en ellos? Sólo la ingenuidad histórica del pueblo joven, que diría Hegel, explica que se pueda librar una guerra mundial para llevarse como botín las novelas completas de Karl May.

Rauschning ya lo adelantó en 1939: al cabo austriaco se pirraba por los libros de hermosa edición y las ricas encuadernaciones. Con todo, "lo que más lee son historias de cow-boys y novelas policíacas; pero en el cajón de su mesa de noche hay también revistas ilustradas pornográficas".

Cruel, vindicativo y sentimental. Así define Rauschning la caracteriología del caudillo alemán. "Quería a sus canarios y lloraba si se le moría alguno". Era adicto a las golosinas y a las cremas batidas, que sorbía con vehemencia. 

A Hitler le gustaban los coches, amaba los perror y odiaba a los fumadores. ¿Quién negará el triunfo postmodernos de sus aficiones?

jueves, 14 de abril de 2011

Cosme de Médici no era un buenista

Paseante en el capítulo que Gaetano Mosca dedica a las "Iglesias, partidos y sectas" en sus Elementi di Scienza politica (t. I), me encuentro con un pensamiento de Cosme de Médici (Cosimo il vecchio) muy apropiado para esta época sin norte político:

Gli Stati non si governano coi paternostri.

Tan ingenuo como aquel que quisera gobernar sólo con padres nuestros, sería quien pretendiera hacerlo basándose exclusivamente en los intereses materiales y en los más bajos sentimientos del ser humano. Según Mosca, si il Cosimo hubiera vivido en 1895, no habaría dudado en reconocer también este extremo.

Sobre la fe

Hijo de un peón de los ferrocarriles franceses y de una madre muy religiosa (une femme très religieuse, membre d'un Tiers-Ordre), Julien Freund preparó el examen de ingreso en el bachillerato en un seminario católico, el de Montigny-lès-Metz. En el seminario dice que los padres dominicos que lo tenían a su cargo le tomaron ojeriza, particularmente el prefecto de disciplina, quien le sorprendía de cuando en cuando con un libro de Maritain en las manos.

Más tarde, en el medio universitario y de los aspirantes a la Escuela Normal Superior, parecía inevitable que la fe religiosa de Freund comenzara a vacilar. "Una religión como esta [la católica de sus padres] no es admisible". Empezó a buscar.

En el precioso libro que recoge sus conversaciones con el Padre Blanchet, L'aventure du politique, cuenta que acordó con un amigo protestante, a quien había hablado de su zozobra espiritual, acudir tres veces a la liturgia evangélica y, como contrapartida, este le acompañaría en otras tantas ocasiones a la misa romana. Freund cumplió su palabra, pero no el amigo, quien no quería saber nada de los católicos (je ne veux pas aller chez les papistes). Decidió entonces, desconcertado, prescindir de las iglesias y dar la espalda a sus acuciantes preguntas últimas. Freund, entonces socialista como su padre, cesó toda práctica religiosa a los 19 años, en 1940.

Después de la guerra, de nuevo en la casa de su madre, ésta se daba cuenta de su perplejidad religiosa y "sufría". El párrafo que sigue es muy hermoso, lo recoge también el Padre Blanchet en el mismo libro:

"Julien, has dejado de ir a misa", me dijo. Entonces me pidió que le hiciera una promesa: "Ten por mi el gesto de ir a misa cada domingo". ¿Qué podía hacer tratándose de mi madre? Se lo prometí y desde entonces he mantenido mi promesa. Así que poco a poco regresé a la fe. 

Ahí está una de las verdades radicales de la fe, que siendo un don gratuito exige mucha disciplina personal.

La moral perenne de ese detalle biográfico la captó Pascal (Pensées, 680): 

La coutume est notre nature. Qui s'accoutume à la foi la croi, et ne peut plus ne pas craindre l'enfer, et ne croit autre chose.

Quien es capaz de hacer de la fe un hábito, ese cree también.

Te acostumbraste
a creer lo que creías:
tienes fe.

miércoles, 13 de abril de 2011

Visitas frustradas

A Thomas Paine.

Cinco visitas frustadas. Un libro suyo no tenía ya la signatura que registra el catálogo general; otro no estaba en el sitio que debía estar; el tercero andaba prestado; cedido el cuarto en depósito para una exposición y el último, un e-book, imposible de consultar por problemas técnicos. 

Escritos políticos (Gernika, México 1992).
[Ha cambiado de dirección.]

El sendio común  y otros escritos (Tecnos, Madrid 1991).
[Salió sin avisar.]  

Derechos del hombre (Alianza, Madrid 1984).
[Avisó que llegaría tarde.]

La independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta años ha (Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Caracas 1949).
[Está de viaje.]

Common sense (Bantam Dell, Nueva York 2004).
[Ahora no se puede poner. Llame dentro de unos minutos.]

Pero no son muchos los males que por bien no vengan:

[Me entretengo con un vecino que dice conocerle bien.]
Bruce Kuklick, Thomas Paine. Hants/Burlington, Ashgate 2004.

Me habla Kuklick con entusiasmo de Paine. Lo hace por cuenta de las opiniones de otros, recogidas minuciosamente en esta obra, un subgénero académico para mí desconocido: la reproducción fotográfica de varias decenas de artículos, procedentes de otros tantos collected papers, proceedings y revistas. Pero estos son mis cálculos sobre Paine: naturalizado yanqui, es decir, traidor a su patria; deísta, acaso ateo; liberal; para alguno criptocomunista. Aún así no abandonaré la lectura de un pensador que, según Oakesthott, dejó escrito que la inteligencia política está en la imaginación del desastre. No se me ocurre mejor ni más plástica definición del "realismo político". Homóloga es la que da Freund al final de L'essence du politique: ponerse siempre en lo peor para que eso no llegue. Aunque sólo sea para dar con esta cita merecerá la pena pasar otro día a verle, hasta que le encuentre en casa.

A la vuelta me encuentro con un viejo amigo:

[Se te ve muy bien. Año por año mejor. Saludos a María Jesús.]
Francisco Javier Conde, El saber político en Maquiavelo. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid 1948. N. B. La dedicatoria conyugal viene en la tercera página.

martes, 12 de abril de 2011

10:40 AM

Hace exactamente 50 años que el cosmonauta ruso Yuri Gagarin salía de la cápsula del Vostok I para caminar por el espacio. Era una mañana fresca en el sistema solar, arrabal de galaxia.

En su paseo sideral de casi dos horas parecía caminar con la confianza (¿en Dios? ¿en el Soviet?) de un niño en su madre, a prueba de desengaños. Braceaba también Gagarin con la insensata presencia de ánimo de quien, según el Partido, representa (¿ante Dios? ¿ante la Humanidad televidente y radiooyente?) a todo el género humano.

Hace exactamente 50 minutos que mi hija Julia, confiada como un paseante espacial, ha salido del andador de su hermana para dar su primer paso. Yolanda, que la espera al final de la hazaña de su vida, me lo telegrafía -tienes razón E.- en un SMS.

La tierra, en ese instante, le habrá parecido a mi hija que estaba envuelta en la misma delicada aureola azulienta reportada, hace medio siglo, por el informe de un héroe soviético.

Azoriniana

El verano pasado, a finales de julio, me reencontré, después de veinte años, con mi catedrático de civil, FRP. Intervenía con sus preguntas en un curso estival de la Asociación Católica de Propagandistas, celebrado en el Seminario de Monte Corbán de Santander. Había enviudado hacía algún tiempo y acusó el golpe, pero me dicen que ahora ha encontrado otras vez las fuerzas para servir a los demás. Se acordaba  vagamente de mi y me encargó llamadas y visitas a sus antiguos condiscípulos de la Universidad de Murcia, preocupado por la digna celebración del centenario de la Minerva del Segura. Vendrá bien impetrar para ello, me decía, la ayuda de la Virgen de los buenos libros.

RP, como le llamábamos, me dejó entrañado un recuerdo imborrable, pero no, lo aseguro, por el sobresaliente o tal vez la matrícula que me puso, pues como profesor de otra raza, la de los catedráticos de antes de la LOU de Maravall, premiaba a casi todo el mundo con la máxima nota.

El profesor RP, cuya vida pacífica parecía entorpecer casi todo el mundo, siempre atosigándole con prisas, nos explicó un día el minuto atropello de que fue objeto por no llevar consigo el documento nacional de identidad, sino una copia notarialmente compulsada de la infamante cartilla. Ese era, lo recuerdo, el epígrafe de una lección de su temario: así, "el infamante DNI", duro a la safena del Estado. Es lo menos que se puede esperar de un civilista.

Con mi amigo PM, jienense, ahora padre de familia, funcionario de prisiones y justo acreedor de la fama no reconocida a su abuelo como inventor de los flamenquines, le acompañé varias veces en su Ford Taurus marrón desde la Ciudad Universitaria hasta la Plaza de España (P vivía en Fuencarral y yo en la Plaza de los Mostenses).

Cada día pedía a un alumno que tomara asiento a su izquierda y apuntara todas las memorabilia de clase, pues da mucho de si, más de lo que se cree, la horita de clase, tormento del profesor enamorado de su oficio. ¿Qué apuntaría en aquellas actas un francés estudiante de marketing que se dejó caer por allí ese cuatrimestre, vanguardia de los programas Erasmus? No sabía ni papa de español.

Nos hablaba de Azorín como quien habla de un vecino de la familia y nos  había prometido uno de los sillones en los que el escritor pulía sus primores para que cualquiera de nosotros pudiera defender, algún día, una buena tesis doctoral sobre Azorín y el Derecho. Creo que el tema sigue, desgraciadamente, en barbecho. 

En una de sus clases nos contó, no recuerdo ahora si citando La voluntad, que en Yecla, ciudad vecina y rival de la suya, Monóvar, "todo el mundo se prepara". Tal vez se refería a unas oposiciones a Registros. He recordado la exclamación azoriniana, pasada por la memoria de mi catedrático de civil, al entrar hoy el primero en la Biblioteca y contemplar en silencio todas estas mesas desbordadas de libros, carpetas y papeles, entre los que zozobran los notebooks.

lunes, 11 de abril de 2011

Provocación

[Veo anunciada en Vida universitaria una conferencia de la Facultad de Teología. No importan el día ni la hora porque, de todas formas, el mensaje es imperecedero.]

Una fuente de felicidad matrimonial: el amor paciente y callado.

Algo se le podría añadir, desde luego, para adaptarlo a cada temperamento, a cada edad, pero no quitaría nada.Si acaso rectificaría la puntuación.

Toda una provocación. Una pasión que adhiero.

El librero de Atila

Regresé de Cartagena a la Ciudad del estudio, idea del saber encarnado sobre la que gira el hermoso libro de Alberto Jiménez Fraud Historia de la Universidad española. Yolanda y yo apenas hemos tenido tiempo de preparar para el traslado algunos enseres domésticos y visitar, el sábado por la tarde, las obras de nuestra casa.

Las estanterías, sencillas, funcionales y abundantes, quedarán bien, estratégicamente distribuidas por toda la casa, pero ante una montaña de escayola y cartón abandonados nos ha golpeado una impresión funesta: parecía que en nuestra ausencia, el salón había servido de marco incomparable para una representación,  en sesión doble diaria, de la caída de Roma, seguida de la orgía de los bárbaros.

Mucho peor de lo que cuentan los periódicos debe estar la construcción cuando Atila y  sus muchachos, los hunos, se alquilan para estos trabajos: la ejecución de "vitrinas", según la terminología del caporal... Se olvida uno a veces de que las representaciones del libro son muchas y curiosas, dependiendo de cada natural o ingenio. La de mi operario, por lo demás, no me parece peor ni más nociva que la de ciertos directores de la Biblioteca Nacional de España.

Si un libro es algo que debe conservarse en "vitrinas", aunque no se lea, incluso si se lee, es que se le tiene por una bella tonta. Tal vez nuestro hombre piensa que el libro es, por vistoso,  lo inútil y superfluo.

O puede ser también, no me atrevería a negarlo, que en el alma del oficial de nuestra obra aliente la vocación de un conservador de museos, archivos y bibliotecas. Si así fuera, nos consolaría saber, después de tantos sinsabores, que un día tuvimos arrendados los servicios del librero de Atila.

sábado, 9 de abril de 2011

Magister ex lectione

A un lector ávido:

Lector,
de quién
no serás tú discípulo.

viernes, 8 de abril de 2011

Viajero estable

Me sugiere DN otro nombre para mi genealogía de los realistas políticos: John Gray. 

La noticia me ha encontrado desprevenido y ha cancelado mis jornadas por los reinos del norte de la India, exactamente en el punto en el que el príncipe Chandragupta (Sandrocoto para los historiadores griegos), entonces un niño, veía pasar un día a Alejandro Magno. Todavía no le había adiestrado en el arte político el espantable general Kautilya, de quien decía Max Weber que Maquiavelo, a su lado, resultaba totalmente inofensivo.

Pero Gray y yo no somos espíritus congeniales. Muchos mayores son mis afinidades, en cambio, con Oakeshott, en cuya obra me instalé anoche como viajero estable. A la espera de agenciarme su Racionalismo político y otros ensayos (FCE, México 2000), me sobra con la vislumbre desencantada de la política que me sobresalta en La política de la fe y la política del escepticismo:

Una llanura oscura
sacudida por alarmas confusas de combate y fuga,
donde ejércitos ignorantes se enfrentan por la noche.

Angustiada evocación de la que habría gustado el general prusiano Scharnhorst, para quien el arte de gobernar era una

Katzbalgerei,

una riña de gatos en un terrario, exasperante y sin objeto.

De la opinión de Scharnhorst lo único que me sorprendre es que lo diga un hombre cuyo abrigo olía  al azufre de los artilleros; él, que había visto de todo en el campo del honor.

Sin llegar a estos extremos de la desazón (¡ay, la condición humana!), me gusta también esta representación de la actividad política:

In political activity, then, men sail a boundless and bottomless sea; there is neither harbour for shelter nor floor for anchorage, neither starting-place nor appointes destination. The enterprise is to keep afloat on an even keel; the sea is both friend and enemy; and the seamanship consists in using the resources of a traditional manner of behaviour in order to make a friend of every hostile occasion,

un mar sin orillas y sin fondo.

[De MO, Rationalism in politics and other essays. Londres, Methuen & Co. Ltd. 1962, p. 127, primera edición, por cierto, que mantendré a la vista los próximos días.]

Britain rules the waves

No me puedo resistir a este díptico improvisado sobre la potencia talasocrática:

Política
en un mar
sin orillas.

Política:
embajadas
de altamar.



jueves, 7 de abril de 2011

Salgan sin avisar

[El libro de Dalmacio Negro sobre El hombre nuevo, que hoy he empezado a leer por última vez, es un viaje a los fondos del alma del hombre moderno y contemporáneo. Hobbes, Rousseau, Kant, Hegel, Nietzsche. Guardini, Foucault y cientos de nombres y títulos presentados, creo que no siempre con sistema, en un ensayo que además vale por una crestomatía teológica, filosófica y politica. Interrumpo la visita en esta casa tan bien ordenada y en la que, por tanto, me encuentro à mon aise, para mirar en una morada que siempre me ha resultado ajena: Michael Oakeshott. DN, con más sutileza que mano izquierda, aunque tampoco ésta le falte, me acaba de indicar la salida en una nota a pie de página: MO, The Politics of Faith and the Politics of Scepticism.]

Todos los libros nos reciben con las puertas abiertas: "Pasen sin llamar". 

Mas qué mérito puede tener, aplicado al libro, un consejo como éste, que reza también en las puertas de las agencias de viajes y las notarías  Apenas encuentro más excepción a tan generosa regla que las ediciones privadas o conmemorativas, en las que parece que no todos son bienvenidos. Y lo  señalo, que conste, con todas las reservas, pues cada uno de esos libros de factura particular, inaccesibles y por raros tan envidiados, lo que en verdad nos están diciendo es algo mucho peor: "Reservado el derecho de admisión". Pues también para ocupar un lugar en los paraísos y plateas de las ínsulas  literarias  muchos son los llamados y muy pocos y selectos los invitados.

Mejor entonces que todos esos libros, que uno tampoco desprecia pero que mira con recelo, temeroso de que nos transformen en hombres de un sólo libro, serán aquellos que nos susurran en cada página: "Salgan sin avisar".